La España mozárabe, la repoblación y el Antifonario de León
3 Abr, 2011 | Por Ramón Tijeras | Seccion: Artículos destacadosEn marzo se celebró en León un simposio sobre el canto mozárabe y su entorno. El descubrimiento hace unos meses del Antifonario Visigótico Mozárabe en la catedral de esa ciudad, que se ha convertido en la joya de los antifonarios latinos, ha provocado esta singular reunión de expertos alrededor de lo que hoy llaman «canto viejo-hispánico».
El Antifonario es importante porque es el códice más antiguo que se conserva sobre los antecedentes inmediatos de la que siempre hemos conocido como música mozárabe, esa música de tono monacal que luego dio paso al canto gregoriano y que los expertos se empeñan ahora, como hemos visto en el simposio, en referirse a ella como «canto viejo-hispánico».
Me llama la atención ese término porque hace unos meses, cuando tuve que viajar por media España siguiendo el rastro de las numerosas ermitas mozárabes que se reparten por territorios de Castilla-León y Cantabria, para la realización de una pequeña pieza de video documental con motivo de los 1.100 años del Reino de León, me encontré con que los expertos en el medievo español se referían al «arte mozárabe» como el «arte o la arquitectura de la repoblación».
Parece, a la vista de estos estudios, que el término «mozárabe» está en desuso y que su mención indebida en documentales de promoción de monumentos e iglesias características como la de San Miguel de Escalada, en Gradefes (León), ha provocado incluso alguna agria polémica relacionada con la identidad histórica de las comunidades autónomas afectadas.
Lo cierto es que el término mozárabe se había aplicado hasta hace unas décadas al arte que se desarrolla a partir del siglo IX, es decir, a los edificios realizados tanto en territorio musulman como en territorio cristiano por los cristianos no convertidos al Islam pero que mostraban una clara herencia de sus técnicas arquitectónicas. Hoy día los catedráticos especializados en estos asuntos señalan que este arte de las ermitas medievales castellanas no es específicamente mozárabe, sino que lo normal es encontrar vestigios con influencias procedentes de los reinos hispánicos visigodos.
Los arcos de herradura, por ejemplo, característicos de las iglesias mozárabes, ya aparecen en el arte visigodo. Por tanto, el camino, en el tiempo, parece que se recorre al revés. Los equipos de canteros de la España musulmana podrían conocer ya algunas características reconocidas del arte islámico, como los modillones de rollos o las bóvedas, porque son elementos que recuerdan a la compartimentación interna de las iglesias y la decoración geométrica de los templos visigodos y por tanto cristianos y anteriores a los musulmanes.
Por eso los expertos opinan que es incorrecto aplicar el término «mozárabe» al arte de las ermitas castellanas y que conviene hablar de arquitectura de repoblación, ya que estas iglesias se construyen en el momento en que los diversos reinos cristianos empiezan a reconquistar los territorios de la meseta que estaban en manos del islam.
Las investigaciones en torno al Antifonario de León también sugieren la idea de un arte visigodo anterior al islan que dio lugar a detalles que durante mucho tiempo se atribuyeron a creaciones mozárabes islámicas. Se trata del arte que surgió en la meseta, desde Cantabria, el norte de Palencia y Burgos, en torno a comunidades de campesinos y pequeñas localidades en las que se construyeron pequeñas iglesias donde se desarrolló una primera actividad monacal que dieron lugar al arte y la arquitectura característicos de este periodo.
El Antifonario de León fue copiado en el año 1069 en el monasterio leonés de San Cipriano del Condado por el abad Totmundo, que se lo dedicó al abad Ikila, que llegó a ser obispo de León. En una nota en el folio 25 se dice que fue copiado directamente de otro manuscrito en la época del rey Wamba en el año 672.
Precisamente, la ermita de Wamba, que forma parte del itinerario que se realiza hoy por el arte de la repoblación, es famosa porque su crucero y su cabecera son eminentemente mozárabes. Más allá de discusiones políticas autonómica, los musicólogos reunidos el mes pasado para presentar sus estudios sobre codicología, paleografía y semiología gráfica musical, a propósito del Antifonario, hablaron del «canto mozárabe (viejo-hispánico-visigótico) y su entorno litúrgico musical» como si se tratara se una sola idea que evoluciona en el tiempo hasta generar la tecnología musical de los tiempos modernos como marca de identidad de Occidente frente a otras culturas, tan avanzadas en otros campos.
El entorno cultural y geográfico en el que se manifestaron tanto la arquitectura como el arte y la música «mozárabe, viejo-hispánica-visigótica» puede apreciarse en esta pieza de video y en las fotos que acompañan a esta nota, cuyas imágenes se deben al trabajo del fotógrafo y operador de cámara, Manuel Nieto Zaldívar, con quien tuve la suerte de recorrer esas tierras en busca de las ermitas y las iglesias que se construyeron al filo del fin del milenio. La idea era mostrar los lugares donde se realizaron los beatos más famosos de la época, como el de Liébana o el de San Miguel de Escalada, cuyos autores expresaron el miedo terrorífico que sentían los territorios cristianos del reino astur-leonés ante las sangrientas incursiones de Almanzor, a quien identificaban con el anticristo y con la inminencia del fin del mundo.