Rodrigo Rata
7 Nov, 2014 | Por Ramón Tijeras | Seccion: ActualidadEl pasado 21 de octubre recibí un mensaje a través de Twitter del periodista Guy Hedgecoe, que se mostraba interesado en contactar conmigo. Después de mirar su perfil en la red social –Freelance journalist. Former editor of El País in English and Iberosphere. Tweeting Spain-related news and more. Madrid, Spain— le contesté: “Tú dirás”. El compañero me explicó que era periodista y que estaba escribiendo un artículo sobre Rato para The Irish Times y que le gustaría hablar conmigo. Le respondí que tenía un rato al día siguiente a las doce y media de la mañana entre clase y clase en la Universidad. Guy sólo necesitaba hablar por teléfono durante quince minutos. Así es que, llegado el momento, sonó el teléfono y charlamos un rato. Mi colega quería obtener una impresión mía sobre el ex vicepresidente del Gobierno y ex director del FMI, Rodrigo Rato.
En el transcurso de la conversación salió a colación la idea de que Rato representaba a una saga que llevaba más de doscientos años subida al machito sin que nadie pudiera meterle mano, a pesar de los diversos desmanes familiares que hoy casi todos conocemos.
En mi libro Los Rato ya daba cuenta de la quiebra de los dos bancos que provocó el padre de Rodrigo –Cieza y Siero– y su intención de fundar otras dos entidades financieras en el extranjero –Ginebra y Amberes—durante los años sesenta. Pasado el tiempo, hemos visto cómo Rodrigo Rato condujo a Caja Madrid a una trampa mortal con su fraudulenta salida a Bolsa y el lanzamiento de las ruinosas preferentes que ha dejado en la estacada a miles de jubilados.
El periodista irlandés tenía muy claro lo que buscaba: “¿Cree usted que Rato representa la caída en desgracia de un sistema que ha dominado España durante los últimos 30 años?». Yo le respondí que sí, que Rato ha sido uno de los exponentes de ese sistema, que siempre ha estado cerca del poder, aunque su trayectoria ha estado jalonada de fracasos empresariales que han quedado maquillados por el ciclo de bonanza económica que disfrutó durante el mandato de Aznar, que le han hecho pasar por un gurú afortunado pero ficticio de la economía española.
Tras conversar un rato con Guy volví sin más a mis tareas universitarias. Pensé que resultaba curioso que se interesaran más por Rato los periodistas extranjeros que los españoles.
Anteriormente, otro compañero, Ben Sills, periodista de Bloomberg, una de las mayores agencias de información económicas del mundo, con base en Nueva York y delegación en Madrid, se interesó por el contenido de mi libro, para elaborar un perfil sobre el ex director del FMI, cuya figura también suscitaba interés en el mundo allá por el mes de junio de 2013, cuando Sills publicó una interesante historia titulada “Los vínculos entre Rato y Lazard muestran cómo una élite sacó provecho de las pérdidas de las Cajas”. Más recientemente, a la Fiscalía Anticorrupción española le ha llamado la atención que Rato cobrara seis millones de euros de Lazard coincidiendo con la salida a Bolsa de Bankia, después de que la entidad española que presidía Rato encargara precisamente a Lazard esa operación.
Entonces tuve un agradable encuentro con Sills para hablar de los orígenes familiares de Rato, algunos de cuyos datos le proporcionaron el contexto adecuado para entender el poder y la importancia de la saga a lo largo de los últimos años en España.
No en vano, el padre de Rato fue uno de los fundadores de Alianza Popular que financiaron el lanzamiento del partido político que puso en marcha Manuel Fraga tras sostener diversas reuniones con don Juan, el padre de don Juan Carlos, en casa de un todavía joven Rodrigo Rato, que fue testigo de cómo se configuraban los pilares de la democracia que ahora tiembla ante el ascenso de Podemos.
Pasado el tiempo, tras la conversación con el compañero del diario Irish Times, recibí un nuevo mensaje de Guy Hedgecoe. Me enviaba el enlace a su artículo sobre Rodrigo Rato en el periódico irlandés. Pero cuál fue mi sorpresa cuando al buscar el artículo en Google encontré varios enlaces sobre el jocoso error que había cometido los editores de esa publicación. El Periódico de Cataluña informaba puntualmente del suceso: “Rodrigo Rato se convierte en Rodrigo Rata en The Irish Times”. El diario español aclaraba en un subtítulo que “el error se ha producido en el titular mientras que en el resto de la pieza, en la que se analizaba la trayectoria del político, el nombre era correcto”. El título original del periódico irlandés era “From IMF god to pariah: Rodrigo Rata and the bursting of a bubble” (De Dios FMI a paria: Rodrigo Rata y el estallido de una burbuja).
La historia —hoy la errata aparece ya corregida— se publicó el lunes 3 de noviembre. Su autor me envió el enlace al artículo tres días después, pero para entonces las redes sociales ya habían estallado con toda su irónica crueldad, sobre todo a través de Twitter, que rápidamente difundió el hastag #RodrigoRata: “Esos sí que saben llamar a alguien por su nombre”; “Se puede decir más alto pero no más claro”; “Pues yo no creo que sea ningún error”; “Cárcel para la rata de Rato”; “Le queda bien el apodo” y así decenas de mensajes que reflejan el verdadero sentir de la población.
A veces, una anécdota como ésta es más devastadora que toda una investigación periodística sobre un personaje como Rato. Es cierto que para llegar a esta situación de cabreo general han tenido que difundirse antes muchas informaciones indignantes para los ciudadanos. Pero más allá de la condena judicial, queda la condena moral del pueblo, que destruye sin piedad toda posibilidad de reconocimiento social, que es lo único que persiguen los traficantes del mundo cuando sus arcas no pueden acumular más riquezas.
En un momento en que la gente me pregunta cómo puede conseguir mi libro sobre Los Rato, después de que fuera silenciado hace diez años por las presiones que la editorial recibió del interesado, este #RodrigoRata nos reconcilia con la realidad, precisamente cuando me dispongo a colgar en internet una copia electrónica de aquel libro para que los curiosos puedan consultarlo, en un intento de que la historia no se vuelva a repetir.
Simplemente quería que supieras que en Benetússer un pueblo de Valencia hemos estada hablando sobre ti. Nos parece injusto que alguien que ha trabajado tanto por denunciar a les tramas poderosas, A los piratas «modernos»,… no este suficientemente reconocido. Ademas hemos utilizado tu carta al banco reclamando el tema de las comisiones. Esperamos con impaciencia poder acceder a tu libro sobre «los rato».
Gracias, fuerza y un saludo
BUENOS DIAS, SR.TIJERAS:
Muchas gracias por su inestimable aportación en el desenmascasramiento de los «idiotas morales» que nos dirigen. Estoy muy interesado el la obtención de su obra «los Rato 1795-2002», pero no hay manera. ¿Sabe Vd. como podría conseguirla y dónde?.
Saludos cordiales
Hace años que sigo al personaje, perdón sinvergüenza de Rodrigo Rato , y no podía creer que la sociedad española desconociera la importancia de este señor en toda la desgracia que ha caído sobre este país.
No lo conocía a usted ni sabía de su libro sobre los Rato y qué suerte que justo lo descubro a usted el día de la detención de Rato, alegría doble, aquí tiene un admirador y seguidor fiel desde hoy.