Los pilares de la democracia

7 Dic, 2013 | Por | Seccion: Actualidad

En los últimos meses España ha experimentado un deterioro notable tras haber quebrado los cuatro pilares que sostenían la confianza de la democracia entre los ciudadanos.

El sainete que protagoniza la monarquía, el asalto del PP a la Agencia Tributaria, el lodazal en que se han convertido los sindicatos y el reciente descubrimiento de Atapuerca, que sitúa la existencia de homínidos hace ya 400.000 años y ha echado por tierra las creencias de quienes creían que la historia de la humanidad coincidía con la del Antiguo Testamento, han dejado al pairo los cimientos que proporcionaban, al menos aparentemente, cierta estabilidad al país.

Quienes veían en la monarquía un elemento de cohesión nacional, ahora carecen de una referencia sólida para frenar a los nacionalismos, que han aprovechado la quiebra económica del país y el declive físico y moral del rey y sus familiares para apuntillar la organización del estado que nació con la constitución de 1978.

Quienes pensaban que todavía quedaba la Agencia Tributaria como garante del misterio democrático, como el instrumento que equilibra el reparto de la riqueza entre los españoles, se han encontrado con el mejor espejo de la España de hoy, convertida en una caza de brujas que mantenga a salvo los muebles del PP.

Bigbang

España, hoy / Ilustración: Nuria Portillo

Quienes creían que los sindicatos constituían la reserva moral de occidente se han dado cuenta por fin de que sus representantes se han dedicado en silencio durante años a mangonear millonadas para supuestos cursos de formación que únicamente han servido para mantener viva a una panda de liberados que sólo han conseguido blindar las empresas en las que se han instalado a la entrada de nuevos trabajadores, como si los millones de parados que sobreviven en el exterior representaran en realidad un peligro para su seguridad, después de convertirse en un mero manantial para su financiación.

Y por fin, quienes vivían bajo el manto divino y limitado del catecismo popular han descubierto de golpe que los homínidos llevan sobre la tierra 400.000 años antes de Cristo y que el evolucionismo empieza a ser una posibilidad. Todo esto ha dejado sin paraguas a un país que hasta ahora veía bajar la riada desde el balcón sin que se llevara por delante nada esencial, tan sólo a algunos trincones de la Gurtel y a quienes llevaban su contabilidad.

Hoy día, el caso Noos, con el duque empalmado a la cabeza, el desmoronamiento de la Agencia Tributaria, liderada por viejas glorias de la beautiful people como Pilar Valiente, y la corrupción que le tapa la boca a los sindicatos para compensar, han dejado a Rajoy el camino expedito para regresar a la España preconstitucional, sumida en el paro, el fútbol y la educación confesional.

Sin embargo, puede que todo forme parte del big bang, ese proceso cósmico que, después de expandir el universo hacia el infinito aparente de la banalidad, es capaz de contraer la materia, calentarla a una temperatura de diez elevado a 32, y provocar de nuevo la ruptura espontánea de la simetría en forma de revolución social. En ese momento, señores, los del PP se van a enterar.

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